un tal torrente de vida que los niños no tengan más remedio que aliviarse... --¡O salir volando, convertidos en angelitos!... ¡Pobre cretina, está histérica! --intervino su hermana menor. --Mónica, come por favor. El tono era imperioso. El líquido, ya frío, pasó con trabajo por la garganta de la joven y después de tres o cuatro cucharadas recobró el ritmo de las cenas pasadas. Qué fácil es comer, pensó, qué