me obtener el Prix de Rome. A tía Natasha le sacaba de quicio mi apasionamiento. Una noche en que había quedado en acompañarla al teatro, al ver a toda la gente entrar con ese rostro expectante y vacío del que espera divertirse pensé: "¿Qué estoy haciendo aquí en vez de estar frente a mi caballete?" y sin más me di la vuelta y planté a la tía a la mitad de la explanada. A la mañana siguiente no quiso