salvajes". Allí estaba la mancha descrita por Hilaria, pero... ¿El niño? Hilaria siempre les levantó falsos a las nuevas sirvientas y ya la casa tenía fama en la cuadra de que ni las galopinas, ni las mandaderitas duraban por culpa de sus celos. --¿Rosita? Se acercó. Curiosa, puso su cara junto a la de Rosa.