y llamé. No tardó en contestar la voz cascada y afable del erudito avizor. --¿Don Plutarquete? --Yo mismo, ¿quién es? --No sé si me recordará; soy el amigo de la señorita Trash. Perdone que le importune a estas horas. --Le recuerdo perfectamente y no tiene por qué disculparse: nunca me acuesto pronto. ¿En qué puedo servirle? --La señorita Trash, que está aquí conmigo, y yo desearíamos hablar