extremo de la trabilla. A la retaguardia iba el viejo historiador, con una mano asiendo la trabilla y con la otra los pantalones del pijama. El método retardó considerablemente el avance y tenía, además, la desventaja para mí de permitir que el viento abriese de par en par la gabardina y que el frío y la humedad acaracolasen mis vergüenzas. Capítulo vigesimosegundo LA PIA COMPAÑIA EL TALUD era casi vertical y la niebla tan espesa que parecía que hubiésemos entrado en las ubres de
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PERMITIR.1 - Dar, la aoturidad competente, el consentimiento para que se realice [algo].