darmelo porque se había descompuesto la computadora, y se guardó el billete en el bolsillo. --Por lo menos --dije yo--, déme la vuelta. --Me estás resultando tú muy golfa, Pilarín --se mofó el recepcionista lanzandome la llave y enfrascándose de nuevo en su manicura. Subí a la habitación cuyo número aparecía escrito con bolígrafo en la porra, entré y cerré. La habitación no estaba del todo mal. Se veía que el