¡Sabrá Dios quién se lo habrá regalado y lo que la desgraciada habrá tenido que dar a cambio! Enseguida le ordenó que se lo cambiara por aquel otro de listas grises y blancas, su uniforme, con el que siempre se vistió en esta casa. Recuerdo que me molestaba enormemente el tono con que tía Elisa solía referirse a Bene. En realidad creo que me incomodaba cualquier opinión que ella aventurase sobre alguien o algo que yo acabara de conocer. Pues,