laselo medio de su cara congestionada. ¡En su ya larga carrera de escrutador no sería la primera vez que le acaeciera semejante percance! Sentada en el suelo, en un rincón -como excluyendo toda posibilidad de huida-, la niña viste una especie de camisón de dormir blanco que contrasta con su cabello moreno y rizado. Su rostro soñador, las manos inmóviles en el regazo, la tela arrugada del vestido sugieren la existencia de una sensualidad incipiente, tal vez