Teresa se largó ni se asomó tampoco a la cantina. Al cabo tenía a la Prieta y allá se fue a dormir, acunado en sus entrañas temblorosas que lo estrechaban cálidas, en el refuego de su propia sangre que lo hacía reconocerla a medida que avanzaba la noche, prever sus reacciones, adivinar sus sonidos más recónditos, sus tintineos, señales y suspiros. Trenzaba sus piernas en torno a sus ardores así como la Teresa aprisionaba las suyas de suerte que al despertar
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RECONOCERII.1 - Darse cuenta [alguien] de que [alguien o algo] es una determinada entidad, ya percibida por los sentidos (esp. la vista)