selas iglesia, por supuesto, estaba totalmente prohibido entrar sin medias o con manga corta. Algunas feligresas remediaban este segundo extremo aplicando a su antebrazo, antes de entrar en la casa de Dios, unos curiosos manguitos del tipo de los que usaban los carniceros, con gomas en el codo y en la muñeca. Pero el tema más candente de todos, en cuanto empezaban a apretar los calores de fines de junio, era el de la moralidad en las playas. No