nos ideológico, una incongruencia total; por eso la utilidad aparece aquí mucho más como una enfática, irritada y hasta descompuesta gesticulación que como un convencimiento seguro y confiado. Pero aún esa apariencia tan poco convincente y tan zarrapastrosa es eficaz para tranquilizar a la conciencia, que, cobarde y mezquina por naturaleza, cuanto más grave y medroso es el asunto, con menos se contenta y se da por convencida. El principio de la guerra moralmente justificada por fines útiles ha pasado a