Texto contextualizado: |
Mientras lo hacía se preguntó por qué tomaba esta decisión. En toda la noche no se había cruzado con un alma viviente; ni siquiera algún perro vagabundo de trote acobardado y rabo bajo, inevitable compañía ocasional de cualquier noctámbulo andariego, compareció a su lado. El único testigo de su correría desconcertante era, por tanto, su propia conciencia y al parecer ésta le exigía que se deslizase pegado a los muros de los edificios y a lo largo de calles secundarias, como |
MIR:098.06 |