había pasado casi todo el verano en casa de unos primos, en las montañas, al otro lado del lago. Tenía los cabellos cortos y rubios, la tez blanca y tersa, y unos ojos azules y mansos. Acababa de terminar sus estudios secundarios y, dentro de un mes, iría a la capital para ingresar en la Universidad. Como todas las noches, Betina doblaba la punta de una de las hojas del libro que estaba leyendo un poco apartada del grupo -