nunca se tuvo por un romántico (palabra que, en su léxico, quería decir un hombre poco práctico). La prontitud y eficacia con que deben realizarse los deseos sustituyó precozmente en él a otros anhelos y así, habiendo suspirado por sus sueños en la primera adolescencia, no repitió el desengaño en la juventud. Ahora era, de resultas de ello, un hombre despreocupado, soltero, maniático y proclive a otra forma de romanticismo más bien rastrera: le encantaba dejar