un albornoz blanco y se frotaba el pelo con una toalla. Recién salida de la ducha, me costó reconocer en ella a la chica del álbum, que no a la de la cafetería de Madrid. Y es que así suele suceder en la vida, que unas personas salen favorecidas en los retratos y otras todo lo contrario, perteneciendo yo, por desgracia, a esta última categoría: en las múltiples ocasiones en que he tenido que posar de frente y de perfil he