lanos. El siervo de la historia, que tiene por ley acatar lo acontecido ya simplemente por acontecido, le negará cualquier sentido imaginable a semejante deplorar, en cuanto al fin no puede ser sino querer, de alguna forma, que hubiese sucedido de otro modo; esto es, proyectar o mantener retrospectivame sobre lo ya escrito, sobre lo acontecido, la voluntad contraria, la voluntad que se obstina todavía en seguir queriendo lo que no ocurrió. Pues ¿qué otra cosa