melas la Lolo, enormes sandías atrincheradas en la blusa a punto de ceder. Los pechos estaban allí devorando la pantalla y el aparato seguía pespunteando el espacio. Tacatacatacatacatacatacatacataca. Ahora parecía el tableteo de una ametralladora minúscula. ¿Qué diablos está sucediendo? No había teatro, ni actores, esta función imbécil nada tenía que ver conmigo. Busqué a Alex con la mirada. Uno de los ojos que me había pedido que no viera estaba muy abierto y el otro luchaba contra