Dios qué oscuro oficinista. El nuevo Régimen había establecido como norma: ...la obediencia, el cuidado de no murmurar, de no concedernos la licencia de apostillar... La fórmula es ésta: el silencio entusiasta. O sea, sospecháramos lo que sospecháramos, impasible el ademán. Al fin y al cabo, no se tenían datos seguros más que para la conjetura y el encogerse de hombros. Si las relaciones del jefe de la Iglesia con el jefe del Estado no
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SOSPECHAR.1 - Creer [algo que no se sabe con certeza a partir de indicios]