se perdía. Además, una exaltación especial crecia en la clase cuando todos se iban y los castigados ocupaban sus nuevos puestos. «Separados, nuy separados», decía el viejo profesor encargado de cuidarlos. Luego él se sentaba en su trono, abría un libro, se tapaba la frente con la mano derecha y se hundía en la lectura. Al poco tiempo se dormía. Primero se le veía luchar por mantener en alto la cabeza, que se doblaba al fin
JOV:016.19
SENTARI.1 - Colocar(se) apoyado en algún sitio descansando sobre las nalgas