--Digamos cinco mil pesos --dijo. --Juega limpio --le replicó el viudo con la dignidad alerta--. Esa casa no vale tanto. --Diez mil --dijo Bayardo San Román--. Ahora mismo, y con un billete encima del otro. El viudo lo miró con los ojos llenos de lágrimas. "Lloraba de rabia --me dijo el doctor Dionisio Iguarán, que además de médico era hombre de letras--. Imagínate: semejante cantidad al alcance de la