se Carmesina, una Isomberta. Cada día, además, compraba una rosa y si era muy bella la llamaba Rosita o Rosalinda, si muy grande, Rosetona, si llorosa o mortecina Rosalía. Para la abuela, las flores no se secaban sino que las consumía la nostalgia de un cielo amplísimo y azul, y no había flores marchitas sino mutiladas o enfermas. También las había alegres y simpáticas o doloridas, tímidas, pesimistas, cariacontecidas.
TER:037.15
SECAR - Dejar sin agua u otro líquido algo que lo tenía en su superficie o en su interior