me a mí como si nada, inconsciente ante mi expectativa dolorosa y volteabas a ver al hindú que leía el London Times y al árabe que se sacaba con el tenedor el negro de las uñas. Aún te veo con tus zapatos sin bolear, tu viejo sombrero olanudo, tus pantalones arrugados, tu estatura monumental, tu vientre siempre precediendote y pienso que nadie absolutamente, podría llevar con tanto señorío prendas tan ajadas. Yo te escuchaba quemandome por dentro, las manos