instante, procedente de la cocina, entra Emilia en el salón. Se detiene a escuchar las palabras de su hija. Aprovechando el momento de tensión, Javier se acerca al bar, se sirve una dosis de whisky y se la bebe de un trago.) No me refiero a la gran equivocación, que lo fue, sino a otras más pequeñas que te disgustaban y que te obligaron a prescindir de mí. EDUARDO.- Nadie prescindió de ti. Tú te marchas