de la noche. --No es fácil olvidarlo -dijo Dilia-, es algo que vuelve y vuelve, no sé por qué. Ella quizá no, Dilia quizá no sabía por qué pero yo sí, había tenido que beber el coñac de un sorbo y servirme de nuevo mientras Alfonso alzaba las cejas, sorprendido por una brusquedad que no me conocía. Sus bromas en cambio eran más que previsibles, decirle a Dilia que se decidiera alguna vez a terminar