de desazón. --París, desde luego. Pero en Londres hay una solidez especial. Una manera especial de vivir. Es un problema de ritmo. Los ingleses... El primo divagaba. David escuchaba en silencio y, mientras, bebía la horchata a sorbos lentos. El dulzor se detenía en la lengua mucho rato, se pegaba a la lengua y al paladar. --Y eso que Londres está muy destrozada por la guerra. Todavía se ven al otro lado del río