, ahora no. MIRIAM.- ¡Por qué no? Te reirás, pero entonces el número era un verdadero escándalo. Ahora en cambio resultaría ridículo y ñoño a más no poder. (Ha puesto el disco. Empieza a bailar. Da un salto con lo que se le suben un tanto las faldas.) VICTOR.- Aquí te aplaudían siempre... MIRIAM.- El empresario había ordenado que las camareras arrancasen el aplauso y me obligaba a dar vueltas y vueltas