se atraía. No obstante, se me presentaba como algo sombrío, innecesario, caprichoso. Recuerdo que nuestro padre acostumbraba tomar bebidas alcohólicas a cualquier hora del día o de la noche. En más de una ocasión, si no podía disimular su estado de embriaguez cuando volvía a casa, se refugiaba en su habitación para que no le descubriéramos. A su manera trataba de mantener una imagen respetable ante nosotros, sus hijos, sin saber que eso tía Elisa no lo iba