de la hoz y el martillo bajo el que se guarecían la OLP y régimenes radicales como el sirio, lo cual obliga a Arafat y Hafed el Asad a cambiar el rumbo para subsistir. Por otro, la retirada del rival soviético devalúa el papel estratégico de Israel, y entonces Washington ya no tiene que estar pendiente de todos sus caprichos ni complacer las posiciones intransigentes de los halcones hebreos. En definitiva, ya no se puede estar en el mundo contrariando los intereses norteamericanos,