se epílogo necesario, había acudido a visitarla y sido muy mal recibido sin que por mi parte hubiera provocación ni culpa. Y pronuncié toda esta parrafada en un tono de irrecusable sinceridad, procurando aparecer yo bajo la más favorable luz y crear en torno a mí un halo de confianza, llaneza y accesibilidad. Y sin ánimo de vanagloria diré que el efecto perseguido conseguí, porque ella, Suzanna Trash, fue gradualmente relajando su tensa fisonomía, con lo que se puso más