Seguramente pensarían que se trataba de un limpiacristales idiota, de un marido a la caza de pruebas o de cualquier otro personaje marginal que bien poco había de interesar a quienes se veían obligados a pegarse semejante madrugón. Dicen que quien contempla el mundo desde las alturas ve a sus congéneres cual si fueran hormigas y que esta ilusión óptica hace sentirse omnipotente al que la experimenta, en vez de sentirse, como manda la lógica, horrorizado al descubrir que es el último