lose como una autóctona demanda de autoría, un ídolo que no se sacia nunca de la atribución de muertes, al igual que un equipo de fútbol no se sacia nunca, partido tras partido, temporada tras temporada, de que se le apunten tantos hasta la saciedad, o, mejor dicho, hasta una insaciable eternidad. 3. La idea de que las muertes sin odio, las eliminaciones, son muertes limpias suele aplicarse para acreditar la necesidad de unas muertes;