un infierno. Suerte que no tuvimos niños. Ahora me dicen que anda medio liada con un ebanista de la calle del Pino. Yo ya no le guardo rencor, pero me pasé ocho años en terapia. Una fortuna me acabó costando y para nada: las heridas del alma no cicatrizan nunca. ¿Estarías dispuesto a actuar en provincias? Le dije que estaba dispuesto a todo. Hizo ademán de impotencia y se levantó. Vi que tenía una pierna más corta que la