Uno de los efectos más ridículos del valor históricoartístico, derivado de su función de credencial capaz de autorizar tal o cual pieza como patrimonio, es la insensible supresión de lo singular en favor de lo genérico, la inevitable sustitución del individuo por un ejemplo de su propio tipo, porque los rasgos que acreditan y dan autoridad son los contraseñados y avalados en la documentación, los registrados, reconocidos y homologados en la taxonomía; bajo esa lente, el gesto único, la referencia