tremendo retroceso. Para tomarle el calibre, le atravesé el bastón sobre la boca, haciendo diámetro y tasando con el dedo. La longitud que me resultó desde la contera del bastón hasta donde le tenía puesto el pulgar se me antojó -desde luego, a ojo de buen cubero- superior a los 420 milímetros, que es el calibre más grande de que yo haya oído hablar. El peso, esto nos lo dijeron, era de 100 toneladas, mientras que la