la sacristía. No es por ésa por la que debéis huir. Ni por aquella del fondo. Sino por ésa, por la que hemos entrado ahora. En el recorrido hacia esa puerta estarán todos los nuestros. Ellos correrán, gritarán también como los demás, sacarán las dagas, las espadas, pero os dejarán el paso libre, os facilitarán la huida. (Hace tiempo que Montesecco no atiende. No mira a Bagnone ni a Maffei, ni a la puerta que