, gritaban, a él le arrastraban los suyos hacia la sacristía empapado en sangre... (Ahora, vencida por la excitación y la fatiga, llora blandamente en el pecho de su madre. En los rumores de la calle se oye gritar:) ¡Han matado a Julián de Médicis! Los han matado... los han matado... ANTONIO.- Lucrecia, trae un paño humedecido. (Rápida va Lucrecia a la cocina. Se abre un instante la puerta de la calle