a lo que inexorablemente habrá de suceder. En efecto, a los pocos segundos cayeron sobre mí dos sombras corpulentas que dieron conmigo en el suelo y me hundieron el rostro en la tierra para que no pudiera gritar. Sentí que me maniataban y amordazaban y, sabedor de que toda resistencia era inútil, consagré mis escasas fuerzas a escupir el estiércol y los escarabajos que se me habían metido en la boca antes de que un trapo sucio la sellara. Fracasado el intento, procuré
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MANIATAR - Sujetar las manos de alguien inmovilizándolas