selo fallado el golpe. Yo lo sé. Pero vos repetiréis lo que yo os decía: no tengo pensamiento ni opinión, soy sólo la voz del Cardenal... Ni consejero, ni consejero soy. No lo habréis olvidado. ¿Os acordáis bien? Os enojabais cuando yo hablaba así y ahora eso es lo importante. Explicadles bien que ni siquiera ese simple mensajero era yo. Que yo no era. Que había elegido ser otro, ser el Cardenal, o