Como uno de esos perros enfermos, raquíticos, que te encuentras por la calle y que se empeñan en seguirte, aunque les tires piedras. De esos que te acaban creando mala conciencia y que quieres dejar de ver para no acordarte de que existen cosas así... Hasta que un día caes en la tentación de llevártelos a casa para darles un poco de comer, y... (Se interrumpe para mirar de nuevo a Jose y preguntarle como con curiosidad.