palabras, pero naturalmente que quería conocer su secreto. Ella, que debió de leer tal deseo en mis ojos, continuó: --Mi hermana no es como los demás. Pero jurame que nolecontarásanadieloquetevoyadecir.¡Anda!¡jurámelo! Y esperó hasta que yo hice ante ella un solemne juramento. --Por las noches --continuó-- los ojos de Bene se convierten en otra cosa. Yo los he visto y me parece que