sus fantasías como ellos mismos. los espié, estreché mi cerco hasta lograr que confesaran lo que nunca habían cometido. Yo fanaticé a los campesinos que, de resultas, los quisieron quemar. Los tres jóvenes, aislados socialmente, privados casi de bienesydefamilia,habíamosinventadounmundo singularmente trágico y fantástico, como un complejo melodrama que vivíamos en la realidad. A los tres nos encerraron en una casa de salud. Allí fui dando pruebas sucesivas de mayor