algunos miembros de las viejas camadas que Eric dominó. Días y noches viviendo entre breñas, buscando peligrosamente su contacto, defendiendome sólo con el repertorio de signos y voces trasmitidos por él, incluso mientras estábamos recluidos. ¿No recuerdas? Dejaban quenosdesahogásemos,curiososyhastafascinadospor nuestra supuesta locura, y Eric persistía en enseñarme, dandome trazas, informes, consejos; marcando mapas e itinerarios con el dedo. Eric murió y yo pensé que tampoco