((Riendo ácidamente.)) Marchaos con los lobos, con vuestro pueblo rabudo y vuestra partida de demonios y dejadnos a todos en paz. Yo escribiré al conde de Bresac y le daré cuenta de que su linda hija se ha vueltounafiera,quehabladecomercarnecruda, cuando ni siquiera hay numerario para conseguirla cocida. No dejaré de reprocharle su severidad o su tacañería. Le daremos también los remordimientos que corresponden a su paternidad vergonzante