muy bien que ellas sólo me darían las respuestas que consideraran adecuadas para una niña, es decir, que tergiversarían cuanto creían saber. Claro que aquellas cosas, terribles y extrañas, que les había oído decir me impresionaron de tal manera que ya nunca, en ningúnmomento,podríaolvidarmedeellas. La palabra "gitano" despertaba en mí imágenes atroces. Me evocaba inevitablemente sufrimientos y peligros. Yo apenas los conocía y, aparte de aquellos que pasaban errabundos por