éramos niños. Recuerdo que la noche anterior a nuestra salida había llovido mucho. Hundíamos nuestros pies en el barro siguiendo el curso del río. Caminábamos uno tras otro. Bene, en el medio, se entretenía pisando las huellas de Santiago queavanzabasolitario,comosinoshubieraolvidado. Yo me sentía cansada y tenía la impresión de que la excursión no había empezado todavía, a pesar de que ya estábamos llegando a los eucaliptos. De pronto, mi hermano se