excursión nuestra relación se había enrarecido extraordinariamente. Ella me esquivaba durante el día y, por las noches, yo no me atrevía a abandonar mi habitación, ni siquiera logré asomarme a la ventana. Con frecuencia esperaba despierta el amanecer desde unlargoinfiernoque,sinembargo,olvidabaconlas primeras luces de la mañana. Un día decidí buscar ayuda en Juana. Me aposté tras la cancela llena de temores; pues si bien ella era mi amiga, también era