, pues no parecía venir sólo de su rostro ajado, sino de muy adentro, de algún lugar de su interior que, sin duda alguna, se había salvado del tiempo. Un día le pregunté a Miguel por su padre. El me contestó conindiferenciaquehabíamuerto.Notéquese sentía seguro en aquel mundo del que tú estabas excluido. Entonces me contó que su padre había salido una noche a pasear por la playa, mientras su madre, embarazada de