del hombre honrado es una compulsión socialmente condicionada, sin que quede memoria de un acto de elección o de un momento de albedrío, si es que los hubo realmente alguna vez. El peculiar farisaísmo, casi profesional, de la política se ve en la inclinación aacreditarseyarecomendarsealpúbliconoporlacualidad,sino por la identidad antagónica en la lucha. El contra quién, ni siquiera el contra qué, suele ser para el público la más segura y fiable de las definiciones. Ya podría un político explayarse en describir por cualidad las cosas que