de Persia con sus públicos y hasta oficiales delirios aqueménidas. ¡No! Sea cada cual quien sea, si algo se es, y que los Comuneros sean los Comuneros. Pero con tales y tantas restricciones -se dirá el que acostumbra a hacersucaldocontodoloqueentrilla-¿quépuedeunohacerseyaconel ayer? No todo, ciertamente, sino más bien poco: tan sólo aquello que le pertenece; pues cada cosa impone su propia condición y se resiste y se hurta a quien intenta violentarla con cualquier uso que la contradiga. La