Texto contextualizado: |
, vuelve a llamar de nuevo por la puerta falsa al existente negado y excluido y constituye con él ese extraño Alter Deus, tan chocante y contradictorio en las entrañas de cualquier monoteísmo, que es el malo; esto es, el diablo. Sin diablo, el monoteísmo amenaza acabar deslizandose en panteísmo, y el panteísmo resulta sospechoso, intranquilizador o hasta repulsivo porque disuelve, o al menos aguachina o difumina, la contundencia de la imagen de Dios, la enérgica solidez monolítica de la existencia que de él se |
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